Muchas veces nos unimos a la letanía de quejas por realidades injustas y corruptas que requieren ser corregidas o totalmente transformadas. Por supuesto que necesitamos denunciar los poderes que siguen haciendo de la vida humana el recurso más barato en la carrera por obtener grandes ganancias. Necesitamos denunciar a quienes negocian con la vida de los más vulnerables y los convierten en víctimas atrapadas por un sistema de muerte: pobreza, hambre, desocupación, marginación y exclusión.
Necesitamos desenmascarar a aquellos para quienes un pedazo de tierra vale más que la gente que lo habita, a quienes reducen a las poblaciones aborígenes a rincones estériles sin reconocerles las tierras que heredaron de sus antepasados y en la cuales ellos nos permiten vivir . Necesitamos denunciar a quienes contaminan el aire y las aguas condenando a poblaciones enteras a vivir expuestas a los riesgos de la sobreexplotación de la tierra.
Necesitamos señalar a los “mercaderes de la muerte” que trafican con personas, envenenan las mentes y los cuerpos de nuestra juventud e impiden que la ancianidad sea la etapa en la cual se disfruta los frutos del trabajo de toda la vida.
Necesitamos seguir reclamando por el acceso real a la justicia, a la educación, la salud y la vivienda digna como parte de esos derechos universales a los que se accede desde la posibilidad y de un trabajo digno.
También nos preguntamos cómo aportamos nosotros cada día en la construcción de una democracia real, participativa, respetuosas de las diferencias, para la cual la pluralidad no es un objetivo lejano sino cercano y cotidiano. Y nos preguntamos si estamos siendo parte de la construcción de espacios de diálogo inclusivo y respetuoso, que permita el desarrollo pleno del ser humano responsable por la creación de la cual formamos parte.
Por eso el domingo 28 no es un domingo más, será un domingo especial. Nuevamente ejerceremos el derecho de emitir nuestro voto y al hacerlo unirnos en la construcción de una sociedad más justa, donde los derechos de todas las personas sean respetados.
Nuestro ejercicio democrático no termina en las urnas, sino que comienza allí. Porque no sólo podremos ejercer el derecho de expresar nuestros deseos en el acto eleccionario, sino porque al hacerlo nos comprometeremos a aportar, desde nuestra diversidad ideológica y de tareas, a la consolidación democrática.
“Oh Señor, perdónanos nuestra manera de vivir que niega la vida
Y enséñanos de nuevo lo que significa ser hijos tuyos.
Hacia ti extendemos nuestras manos
Tenemos sed de ti en una tierra sedienta.” *
Y enséñanos de nuevo lo que significa ser hijos tuyos.
Hacia ti extendemos nuestras manos
Tenemos sed de ti en una tierra sedienta.” *
Pastora Nelly Ritchie
Obispo Iglesia Evangélica Metodista Argentina
Junio 2009
Junio 2009