30 septiembre 2009

En busca de una nueva Ley de Servicios audiovisuales.

Hace unos años, cuando Martín Scorcesse presentó su controvertida película “La última tentación de Cristo”, muchas voces se alzaron para denostarla y descalificarla. Un distinguido prelado al ser entrevistado la condenó de inmediato. Al ser preguntado si ha visto el filme, sin turbarse dijo: No.

En las semanas previas a que el proyecto de Ley de Servicios Audiovisuales fuera presentado en el Congreso se escucharon -especialmente porque fueron las más elegidas- las críticas más ácidas y descalificadoras. Los principales diarios atizaron sus titulares para anunciar enormes peligros que acecharán a la libertad, ciertos programas de televisión abusaron de su derecho de interpretación para rechazar siquiera la posibilidad de que el tema deba ser tratado. Políticos, en búsqueda de notoriedad y pantalla, procuraron erigirse en defensores de la prensa libre y considerando todo lo que proviene del gobierno como un virus mortal. Salvo raras excepciones, la mayoría de los adalides del partido del “yo me opongo”, en sobreabundantes ocasiones mostraron su supina ignorancia en el tema.

¿Cómo es posible que una ley de la dictadura haya sobrevivido a este tiempo democrático? Han pasado más de 25 años y varios gobiernos elegidos por el pueblo. ¿Nadie tiene nada de qué arrepentirse por estos años de inacción donde mayormente las modificaciones introducidas no han hecho más que incrementar la concentración de los medios y limitando que la voz de muchos pudiera ser oída? El argumento de que ha habido en estos años más de 75 proyectos de ley que no han sido tratados refuerza la sensación de que la voluntad política ha estado sometida a la voluntad de los poderes empresariales que, desde hace muchos años, quieren seguir marcando el paso del país.

Este proyecto se nutrió de una seria y larga reflexión aportada por diversos grupos de la comunidad toda. Hay que destacar que, en la primera y extensa reunión de presentación (04.setiembre) esto no fue soslayado. Cuando la comunidad se reúne, reflexiona y piensa como tal, no solo surgen aportes y se muestran caminos, su voz es escuchada en los lugares de decisión.

La ley está ahora en el Congreso e inevitablemente hay que considerarla ¿Qué es lo que va a pasar? Cierta oposición ha manifestado su intención de no aprobar la ley y hasta de negarse a dar quórum para su tratamiento. Para los medios todo se plantea en términos de una batalla oficialismo versus oposición. Para la oposición el oficialismo viene con un caballo de Troya de cuyo interior ya se sabe su contenido: quiere dominar y amordazar la prensa libre. El oficialismo pugna por sostener su proyecto pero no se está seguro de su flexibilidad para absorber cambios que se le han empezado a reclamar y que, en buena parte, provienen de sectores que comulgan con los principios básicos de la propuesta.

Con el desarrollo de los medios y su incidencia en la opinión pública, la discusión política ha ido adoptando la estructura de una puesta en escena. La discusión política se ha reducido a la frase chispeante y aguda que marque las diferencias procurando un buen titular, o se resguarda en una bien aprendida respuesta evasiva cuando ocasionalmente el periodista formula preguntas que comprometen.

Los ingleses acuñaron la frase “económico con la verdad”, que es una forma elegante y tramposa de calificar una mentira. Mentir se ha convertido en una forma de opinión, en otra mirada. Pero los medios también han encontrado otras formas de no aceptar la realidad. Se trata simplemente de ignorarla, con la excusa de que hay otras cosas más importantes.

Después de ese primer día de debate ¿Cuál fue el titular con que definen lo sucedido los dos diarios más importantes del país? Según La Nación “Limita el kircherismo el debate de la Ley de Medios”. Lo que es una referencia a la limitación aprobada sobre audiencias públicas –que era una manera de cierta oposición para dilatar los tiempos- pero que, por elevación refuerza la postura del diario sobre los propósitos del gobierno: que la Ley sea aprobada rápido y como sea. Por su parte, Clarín abre otro frente con el titular: “Pide Cobos que no se vote la Ley con apuro” ¿Por qué se convierte esta opinión en lo más importante a destacar? Según Clarín, Cobos, aún vicepresidente del país, tiene la mejor de las intenciones para que se discuta, se dé más tiempo y se lo deje al Congreso para después del recambio de diciembre. Ya que no podemos ignorarla, dilatemos su tratamiento y veamos qué hacemos después, o ya sabemos qué haremos después.

Este es el primer round. La pelea recién empieza y no va a ser fácil. Vamos a seguir de cerca su desarrollo. Se trata de una de las leyes más importantes sobre las que debe decidir el Congreso, porque hace a la libertad, la democracia, a la justicia y a los fundamentos para construir una verdadera comunidad.



Por Carlos A. Valle.




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